Antiguamente conocido como El Cementerio Norte, se oficializo en el año 1822, aunque desde mucho tiempo antes los curas recoletos contaban a lado de su iglesia con un camposanto. En 1882, e intendente Torcuato de Alvear lo reformó y reorganizó, y a partir de ese momento se transformó en el cementerio elegido por las familias más tradicionales del país. Los monumentos, mausoleos y tumbas, muchas de la cuales eran importadas desde Italia, Francia y España que van desde el orden dórico griego hasta el art noveau. Al caminar por entre las calles del cementerio los grandes personajes de la historia argentina se suceden unos a otros y transmiten la sensación de galería de celebridades nacionalistas históricas. Facundo Quiroga,  inmortalizado por Sarmiento en su libro Facundo, civilización o barbarie; el propio Sarmiento, varios presidentes políticos y escritores yacen aquí. Una de las bóvedas más visitadas es evidentemente la de Eva Duarte de Perón, Evita. Es curioso como después de la travesía de miles de kilómetros que su cuerpo recorrió en un periplo misterio descrito en numerosas novelas y documentales por fin haya descansado en el cementerio de los que ella llamaba “oligarcas”, esa clase alta que tanto combatió en vida. Las bóvedas son monumento nacional, las hay lujosas, monumentales, sencillas, y son las que convierten al camposanto en una obra de arte por sí mismo. Las malas lenguas dicen que algunas familias alquilan sepulcros sólo para las ceremonias  y luego, una vez que se van los invitados, trasladan al muerto a otro cementerio. Otro de los mitos que envuelven a la Recoleta.

 

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El Cementerio de la Recoleta
Junín 1760
Buenos Aires, Argentina
Cómo llegar:

Metro: línea H, parada Las Heras.Autobuses: 17, 61, 62, 67, 92, 93, 10, 37, 38, 41, 59, 60, 95, 101, 102, 108, 118, 124 y 130.