Seguimos con un número de mujeres en arneses caminando en una pared, muy a la humanicorp, luego una secuencia de baile de los 5 ejecutantes juntos donde el nivel de energía no llega ni al 10 % de lo planteado, lo cual lo vuelve poco interesante. El clímax del performance es un ballet acuático sobre nuestras cabezas, lo cual podría decirse fue lo mejorcito, aunque se noto el poco riesgo de las ejecutantes también.
Cero originalidad, todo lo que hicieron ya está muy visto, (humanicorp, Cirque Eloize, Escuadrón Jitomate Bola) lo malo es que aquí ni se hace bien. La falta de poética es tan evidente que no voy a hablar de eso, pues se supone que se compensa con la ejecución misma, no logrado, evidentemente el interés está en otra parte (dinero dinero dinero). Muy mal usado el espacio también en manos de los 12 elementos del Staff. El espectáculo se anuncia como “súper interactivo” sin embargo los ejecutantes nunca intercambian ni una mirada (real) con el publico, todo esta taaan marcado, más bien son los técnicos los que interactúan al momento de indicarte hacia donde moverte.
El final, pues nulo, inexistente, te cortan en seco, no se cierra, no dice nada, no pasa nada. Tal ves como performance de antro en Acapulco estaría pocamadre, pero como para ser un espectáculo que implica comprar un boleto de 470 pesos de lunes a jueves y 590 pesos fines de semana y pasarte hora y media en el trafico para llegar a Santa Fe pues no vale la pena, para nada. Tal vez puede llegar a divertirte e impresionarte, tal vez, si no conoces el trabajo de humanicorp, el Cirque Eloize, etc. etc. tal vez para la gente que no conoce ese trabajo y no tiene ningún otro referente puede haber sido concebido, tal vez con una tacha o un porro se disfrutaría mas, pero solo tal vez
Como un viaje de ocurrencia con mucho presupuesto, o como un repaso de lugares comunes dedicado a los niños bien de Santa Fe, o como dijo mi sabio acompañante: “Como un performance del Alebrije con mucho presupuesto”
Lo Mejor: El ballet acuático sobre tus narices.
Lo peor: Todo lo demás.
©Enrique Marín