De Aurora Ares:

Una fotografía ciertamente no puede cambiar la realidad, pero al mostrarla alcanza a modificar la vida. Fotografiar momentos es una manera de parar el tiempo inconmensurable a partir de las distintas teorías sobre las diversas formas de habitar el mundo. Hepta es un estudio que plantea apenas el principio y fin a partir de una idea que surge de una serie de conceptos independientes que conforman todos juntos y separados la universalidad de un número, que no solo es un número sino la puerta que conduce a un camino lleno de paisajes coloridos y descoloridos donde históricamente puede interpretarse y reinterpretarse una y otra vez hasta el infinito.

Siete rayos, siete mares, siete pecados, siete días, siete lenguas, siete maravillas, siete soles, siete rayos; siete maneras distintas de explicar lo inexplicable cuando un solo numero define el principio y el fin de los tiempos desde todas las culturas antiguas. Siete veces siete, no es sólo una frase que encierra un contexto que define una visión sobre la historia misma de la humanidad.

Hepta del griego επτά y este del latín séptem, séptimo. Número cabalístico, cuya principal característica es ser un número primo (que solo divide entre uno y el propio número). Imágenes fotográficas que juegan con la significación del conjunto de varios significados (valga la redundancia), tipología y los juegos de concordancia entre temas cuya particularidad principal es la construcción de imágenes sensoriales, intelectuales o emocionales, compuestas a su vez de 7 características, estados o fases.

 Se conforma por  siete sesiones,  fotografías  seleccionadas a partir de un recuento filosófico en torno a la temática en cuestión. El marco teórico de cada sesión, desde luego se basó en 7 principios articulados; los cuales se conforman de 7 cualidades cada uno, en la pretensión de conformar un libro, que refleje un material simétrico y cabalístico.

 Como resultado un hermoso experimento en torno a la interpretación de una simbología para mostrar un fragmento del mundo, desde siete perspectivas distintas:

 ©Enrique Marín

 Sesión # 5:

 Quinto capítulo / quinta fase del ser. Creación.

 Esta etapa resulta del despertar y alejarse del mundo material, viene después de la redención y del conflicto. El ser se observa a sí mismo, sin adjetivos, sin juicios, sin descripciones, sin verbo… y solo así se vuelve capaz de crear. El “yo” se convierte en nosotros. De la expansión de la conciencia de la gran madre se desprenden nuevos seres, se reconcilia con la idea cíclica de muerte y nacimientos en un eterno devenir.

 2 mujeres jóvenes, una niña y una embarazada conviven apaciblemente en un bosque conformando una escena meramente contemplativa, llevan como elementos: globos blancos en señal infancia y elevación, coronas que simbolizan un halo en torno a sus cabezas (su consagración y sublimación), Mascaras que se quitaran en señal de despojo de las apariencias, un pez muerto que representa lo que ya no está, al igual que un cráneo de carnero que ilustra un misterio lúgubre y un nido con huevecillos que representan lo que aun no ha llegado, usan vestidos blancos y vaporosos.

 Tranquilidad, creación, generación, equilibrio, inmensidad, bastedad, figuras de mujeres distribuidas en el espacio, embarazo, niñez, fotos de lejos, planos abiertos y cerrados, femenino, madre, huevos y pez muerto (lo que aun no llega y lo que ya se fue) un vacío donde todo encuentra una lógica, una pausa para ordenar las leyes de la naturaleza.

Color: Azul.

Día de la creación: Día 5- peces y aves.

Etapa del desarrollo humano: Juventud.

Función de la maquina biológica: Sexualidad.

Chakra: Del sonido, se rige por la verdad, se ubica en la garganta.

Arquetipo onírico: La gran madre, hada o bruja.

Ley metafísica: Ritmo – “Todo fluye y refluye, la oscilación pendular”.

 

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