A través de Facebook, y no recuerdo exactamente por que, contacte con el proyecto de la Pulquipedia, guardianes y promotores de la bebida originaria mexicana, quienes nos invitaron a un tour a pie por las pulquerías sobrevivientes y mas tradicionales del barrio de la Merced y al rededores, esas donde el pulque huele a fresco y no a putrefacción, donde el curado se prepara con fruta natural, donde la Virgen de Guadalupe custodia a los bebedores conocedores y curiosos ocasionales.

La Fuente de los Chupamirtos.

La cita es en el metro, nos unimos a un grupo de otras 10 personas y empezamos la caminata. La Merced es un barrio marginado y tentador, con gran variedad de frutas, verduras y carnes que se encuentran en su mercado, se mezclan con la fayuca y las chácharas de los barrios vecinos, la comida callejera es grasosa, de relajados estándares higiénicos pero muy sabrosa. Y claro esta, sus pulquerías, las pocas que quedan, que resistieron el tiempo, la economía, la decadencia y la mala fama que las aniquiló casi a todas en los noventas.

Caminamos con Patricia Cardoso, la administradora de Pulquipedia, ella junto a el fotógrafo Delicado Quintero, nos conducen sobre el arroyo vehicular de avenida Circunvalación, al lado de camiones, microbuses y el metrobús. La acera y el carril de contraflujo están tomados como en muchos barrios del centro por comerciantes que ofrecen películas pirata y mercancías de temporada.

Llegamos a la primer parada, sobre la calle General Anaya, escondida entre puestos de carnitas y botana está La Fuente de los Chupamirtos. Hace tiempo, dicen, el lugar estaba adornado con murales que justificaban su nombre, de eso solo queda el recuerdo. Se rompe el hielo entre los asistentes, probamos el primer curado, muy bueno, sobra decir. Resaltan los cuatro troncos pintados de rojo, suspendidos en la pared, que alguna vez fueron parte del Árbol de la Noche Triste – dicen, yo que-.

 

Los restos del Árbol de la Noche Triste (de verdad).

“Son de verdad”, me cuenta Jorge Noé, el jicarero de los Chupamirtos desde hace 17 años. No tiene por qué dudar de Elsa Violeta González, su patrona, quien fue secretaria particular de Uruchurtu, quien, según ella, le regaló los troncos.

Al calor de la platica se nos acerca un buen hombre a ofrecernos huevos cocidos por 5 pesos, típica botana, según nos cuentan, mas tardé yo en pensar “Carajo ¿quién comería eso?” que mi hermana y mi esposa en comprar y comerse unos. Un par de gotas de limón, un chorro de Valentina, y ´amonos pa´dentro. No pude evitar pedirle que volteara a ver las uñas del señor que se lo había vendido y pelado. Lo dejo a su imaginación.

 

El señor y su huevito.

 

La Fuente de los Chupamirtos es una sobreviviente. Pulquerías del rumbo como el Rataplán, el 60 Colorado, Las Guacamayas y Pito Pérez no tuvieron la misma suerte. Se las llevó la ruina ocasionada por una generación que dejó de beber pulque, esa que nació a finales de los 70 y principio de los 80, porque crecieron creyendo que se fermentaba con excremento y que era un trago para jodidos y malandros, gracias en parte a las fuertes campañas de publicidad de las cerveceras.

El Tri empieza a sonar desde la rockola que suena a tres piezas por 10 pesos. Tomamos nuestro segundo curado y continuamos el tour.

 

La iglesia mas pequeña de la ciudad. (Si, la de la peli de Jodorowsky).

 

Llegamos a la esquina de Manzanares y Roldán. No sin antes una rápida parada en la pequeña iglesia que se encuentra a mitad de camino, la cual, esta documentada como la mas pequeña de la ciudad, y es visitada regularmente por las trabajadoras sexuales del barrio para encomendarse a su patrón. Luego, un edificio con balcones azules destartalados es sostenido por una estructura de azulejos con dibujos que recuerdan a soles de color café y hojas de helechos amarillos. Detrás de una cortina de metal que resguarda dos puertas batientes está El Recreo de Manzanares, pulquería decana con 90 años poniendo borrachos a los diableros, comerciantes y demás personajes de La Merced.

Don Poncho, del Recreo de Manzanares.

El espacio es reducido, solo un par de mesas, donde, como es tradición todos nos sentamos a brindar, sin importar si venían contigo o apenas los conociste, en las pulquerías todos somos compas.

No faltan las caras largas, la rockola aquí también suena. Los Temerarios provocan que un par de desconsolados de la orilla suelten un par de lagrimas, luego, otros bailan, pegaditos, moviendo los pies juntos; inclinando la espalda y sacando la cadera hacia atrás. Otros probamos el taco placero que aquí se prepara con charales fritos o arroz, o la ensalada de pepino con espinaca o simplemente una sabrosa tortilla con salsa.

Dejamos el Recreo. Paty hace una pausa: “Vamos a brindar por aquellas pulquerías que ya desaparecieron del barrio”. Se hace un pequeño pase de lista de las ausentes, después, tira un poco del preciado liquido a manera de ofrenda, y bebemos.

La siguiente pulquería es clandestina, o al menos eso nos cuentan, ya no recuerdo el camino pero era a un par de pasos del Recreo, dentro de un edificio aparentemente a punto de la ruina, con letreros de “clausurado” al fondo, justo como los que siempre te han advertido que ni se te ocurra meterte; ahí tocamos una puerta, detrás de la cual se encuentra la pulquería Carmelita. Nos atiende ella misma (la señora más adorable del planeta) y sus familiares, quienes te sirven un fresquísimo pulque blanco o mezclado al momento con frutas de temporada, rebasa los 50 años, literal nos abren su casa, una vez mas, con todos los desconocidos que ya se encontraban ahí, y ya ambientados por un par de pulques, somos todos uno mismo.

 

Carmelita.

Ojo, no hay música pero hace falta, la plática con los viejos bebedores hace la fiesta. Cambiamos de lugar constantemente, las platicas se entrelazan, por un momento me encuentro dentro de la barra, sirviendo el pulque, aprendiendo de Carmelita, después me encuentro animando a un elegante caballero a darle el anillo a su septuagenaria novia, como debe ser, habitando ese maravilloso estado pulquero, que no se trata de estar borracho, sino de convivir.

Datos útiles:

  • A través de su Facebook Pulquipedia pueden contactar a Patricia Cardoso, quien además ofrece otros tours pulqueros al centro de Xochimilco y a Cuemanco.
  • Recomiendo no ir por su propio pie, hay que conocer el barrio, y como siempre tomar tus precauciones. (Además yo ya fui una vez solo, y no es tan divertido.)
  • La Fuente de los Chupamirtos: General Anaya no. 40, entre Rosario y Sta. Escuela, Col. Merced Balbuena, Ciudad de México.
  • El Recreo de Manzanares: Calle Manzanares 1, Centro Histórico, Ciudad de México.
  • Pulquería Carmelita: Roldán 24, Centro Histórico, Ciudad de México.
  • Mas o menos todas abren a las 10 am y cierran a las 8 pm, o vayanse cuando se los pidan, con eso no hay pierde.
  • Ese día, especialmente el tour siguió por un par de Cantinas antiguas del Centro Histórico como La Potosina, La Dominica y La Faena, para acabar en un Cabaret, el último que seguía existiendo, sobre Eje Central y Vizcaínas, que ya cerró sus puertas, pero eso se los cuento en otra entrada.

     

    ©Enrique Marín (Incluye fotos)