(Esta entrada se publicó originalmente el 27 de abril del 2008, puede contener argumentos críticos obsoletos)
El Matadero 6: Ciudad Juárez
Escrito y dirigido por Emilio García Wehbi:

También dentro del 24 FMCH tuve la oportunidad de asistir a una puesta en escena más de los argentinos del Periférico de Objetos, la anterior que vi fue “Bambiland”, y tras estudiar el “Proyecto Filoctetes” y “Cartografías Descriptivas” ya sabia que podía esperar: Nada que mi imaginación alcanzara a estructurar. El Matadero 6: Ciudad Juárez, última pieza de una serie que empezó Wehbi en 1994, se muestra como la mñas cruda y políticamente cargada de todas. Lo primero que me llama la atención es la advertencia de mis compañeros que la vieron antes -Lleva ropa que te puedan manchar-, me dijeron. Lo segundo el espacio: El antiguo Convento de San Lorenzo Mártir, bello inmueble colonial que por si solo ya es un personaje. Llego y al intentar entrar al estacionamiento soy recibido por cerca de 10 guardianes finamente enmascarados con rostros de la lucha libre nacional, armados con garrotes, quienes me cierran el paso, me percato que la obra ya empezó, y yo me encuentro dentro.

 

Por fin me abren paso, me estaciono y me integro a un grupo de no mas de 40 espectadores que ya esperaban allí, al sonido de un silbato los “centinelas” nos conducen a una fuente donde un personaje se desnuda y nos da un discurso introductorio de lo que vendrá. En el siguiente cuarto, se me presenta una imagen muy bella: piso de pasto, dos personajes de fina etiqueta bailan felices mientras un perverso conejo muy a la Lewis Caroll evidencía la sangre en el panti de una niña-mujer. Después nos pasan al salón principal: un verdadero matadero: reses y cabritos colgando, una cama con un enfermo mental al fondo, a la derecha una cocina, del otro lado un sillón, un personaje andrógino con mascara de macho cabrío se pasea arreando a un borrego verdadero (¿Dónde quedo la representación allí?) La acción comienza: una a una desfila mujeres con los pechos desnudos a las cuales se les tortura con cinta adhesiva. No recuerdo todos los textos, solo algunos que al escucharlo rápidamente reconocí, eran de Antonin Artaud, y era el mismo en su mas decadente etapa el que los decía. (Nunca había entendido a que se refería con su famoso Teatro de la Crueldad hasta que lo escuché de sus propios labios). Cada personaje decía su discurso para luego integrarse con el público. Se creaban muchas imágenes bastante interesantes que todos aprovecharon para captar con el lente de su cámara (cual atracción de feria). El clímax: un personaje del público se integra para sacarle sangre a las mujeres, sangre con la cual se prepararan allí mismo tacos de moronga que son ofrecidos al público. Al final todas las mujeres que han representado ya mil cosas, ejecutan una danza butoh que resume toda la obra, momento excepcional y sublime del devenir temporal en el que esta encajado el montaje, que no pudo ser expresado de mejor manera, el butoh es exactamente lo que necesitaba, después juegan a la piñata con un cabrito lleno de sangre, mientras un travesti nos interpreta una canción con el mariachi a un lado.

 

¡Chingada madre! ¿Qué paso allí dentro?, me preguntaba al salir, realmente estaba transgredido. El espacio es fundamental: el lugar funciona como un personaje más, como ya lo había mencionado, el uso del espacio es realmente sublime, se nota el trabajo que conllevo a esos resultados, por otro lado, el único pero que le pongo es que a veces era difícil ver la acción, sobre todo si eras chaparrito (no mi caso) pero a final de cuentas estoy seguro que fue tal como Wehbi lo quiso. Sus trabajos siempre han sido borders entre todos los géneros teatrales, y este no fue la excepción, no creo que sea teatro puro, pues entra en el fluyo de la realidad, sería una para-teatralidad, un performance, un happening (pues realmente nos involucró) no se como llamarlo, tal vez no puedo racionalizar todo lo que Wehbi quiso decir, lo que si estoy seguro es que él lo tiene bien claro, y las fronteras del teatro le quedaron chicas para decirnos todo lo que nos quería decir.

 

La Necrofilia: no soy muy fan de ese estilo, pero en este caso, en donde todo el montaje estaba claramente encerrado en esos límites, me gustó mucho pues pienso que no se trataba de necrofilia barata dejada en ideales, no fue inmediato, una vez más rectifico que le trabajo duro.

 

 

¿Pero donde quedo la poética en su montaje? ¿Es acaso una denuncia tan cabrona a nuestra sociedad? ¿Tan podridos estamos que así nos tienen que decir las cosas? ¿Es la única manera en la que entendemos? Somos una mierda, el se desgarra para decírnoslo, el es una mierda también, el nos enseña nuestra propia mierda. El espectador queda totalmente vulnerado a través del miedo, (el famosísimo método destructivo) mierda, mierda y mas mierda. En los aspectos técnico puedo decir que todos los actores tenían un nivel de compromiso muy elevado con lo que estaban haciendo, pienso que parte fundamental del peso que tiene el discurso es por eso, por el compromiso actoral, por otro lado, me pregunto ¿Cuáles son los límites entre la teatralidad y el entretenimiento como de Disney bizarro? Digo, no Disney exactamente, pero el estar en medio del chorro de sangre rodeado por muchos espectadores con cámaras de repente me hizo sentir en medio de la casa del terror de Six Flags, entonces, ¿Dónde esta ese límite y como evitar rebasarlo? O ¿Cómo rebasarlo conscientemente y utilizarlo a tu antojo? Ahora tengo mucho que pensar. Un plus: ver rostros conocidos entre los actores, es como un recordatorio que si se pueden hace muchas cosas a grandes niveles. Un contra: El exceso de elementos que de repente te confunden y no sabes donde situar tu atención.

 

 

El Matadero 6: Ciudad Juárez es una coproducción Argentina-México, por un lado el Periférico de Objetos, dirigidos por Emilio García Wehbi, y por el otro Artillería Producciones (Ensayo sobre la Melancolía, Tom Pain, Réquiem de cuerpo presente para Alonso Quijano, etc.) dirigidos por Alberto Villareal Díaz.